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23/03/2023
La obligatoriedad de sufragio en el plebiscito constitucional de 2022 incorporó masivamente al sistema electoral a personas que hasta ese momento no votaban, ya sea porque no tenían la edad para hacerlo o por falta de interés, lo que trajo una reestructuración en la diversidad del electorado chileno.
Así lo muestran los resultados del reciente Estudio Longitudinal Social (ELSOC), "Radiografía del Cambio Social 2016-2022", elaborado por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), que analizó a este nuevo grupo de votantes, en comparación con quienes siempre han participado en elecciones o lo han hecho de forma intermitente.
Los datos del estudio fueron recogidos entre julio y octubre de 2022, con una población objetivo de hombres y mujeres de 19 a 75 años, residentes habituales de viviendas particulares ocupadas, en zonas urbanas, localizadas en 40 ciudades (92 comunas de 13 regiones del país). Matías Bargsted, investigador de Coes, explicó que el informe caracterizó a la población chilena de acuerdo a su participación en las últimas cinco elecciones anteriores al plebiscito de salida de 2022, identificando tres perfiles distintos: el votante habitual, quien tiene elevados niveles de participación en todas las elecciones; el no votante, que tiende a restarse de los comicios; y el votante reactivo, que tiene una participación electoral irregular y baja en votaciones y de convencionales del 2021.
De acuerdo con el estudio, las diferencias en la participación electoral de cada grupo son marcadas. Por ejemplo, en las elecciones de alcaldes y de convencionales en 2021, habría sufragado el 92.4% de los votantes habituales, en comparación al 16% de los votantes reactivos y del 7% de no votantes).
Sin embargo, la reintroducción del voto obligatorio para el Plebiscito de salida habría reducido esta brecha, ya que casi la totalidad de los votantes habituales participó en el referéndum, al igual que el 95% de los votantes reactivos y el 84% de los no votantes.
Actitudes hacia la democracia
Uno de los hallazgos relevantes es que en el grupo de votantes habituales, 60% en 2019, son consistentemente favorables a la democracia frente a otras formas de gobierno, mientras los votantes reactivos y no votantes muestras fluctuaciones.
En 2019, el 53% de los votantes reactivos y el 42% de los no votantes prefería la democracia, cifras que bajaron al 40% para los votantes reactivos y al 32% para los no votantes durante 2021.
Y aunque la adhesión a la democracia sube en 2022 al 51% para los votantes reactivos y al 37% para los no votantes, el 39% de estos últimos declara que le da lo mismo si el régimen de gobierno es uno democrático o uno autoritario.
Por su parte, el 24% de los votantes reactivos y cerca del 20% de los votantes habituales señalan que les da lo mismo el régimen de gobierno. “Esta baja preferencia hacia la democracia, sin embargo, no se manifiesta necesariamente en un apoyo a regímenes autoritarios, aunque los votantes reactivos sean ligeramente favorables a este tipo de regímenes, si no que más bien se manifiesta en una indiferencia hacia el sistema político”, enfatiza Matías Bargsted.
Proceso Constituyente: inclinación al Rechazo de no votantes y reactivos.
El informe también explora las inclinaciones de estos tres grupos en el contexto del proceso constituyente. Al respecto, en 2019 los tres grupos manifestaron un alto apoyo, en torno al 80%, hacia una nueva Constitución.
No obstante, en 2022 el 40% de los encuestados se manifestó en contra del texto redactado por la Convención Constitucional, al tiempo que los tres grupos de votantes mostraron una alta desconfianza hacia dicho órgano redactor. Aproximadamente el 65% de los votantes habituales y reactivos y el 80% de los no votantes dijeron tener una baja confianza en la Convención.
En términos de posición política, si bien la mayoría de los tipos de votantes tienden a identificarse con el centro, también se observa que los votantes habituales son más de izquierda, en comparación a los otros perfiles de votantes (27%, en comparación al 10% de los no votantes y al 8% de los votantes reactivos). Por otro lado, se aprecia que a lo largo del período 2016-2022 el 40% de los no votantes no se identifica políticamente, pero en el año 2021 este porcentaje bajo al 28%.
Y cuando se evalúa la estabilidad del posicionamiento ideológico, se observa que los votantes reactivos son estables ideológicamente entre quienes se declaran de derecha, con un 75% de las personas manteniéndose en esa posición entre 2019 y 2022. Por su parte, los no votantes son los individuos más inestables ideológicamente, con cierta estabilidad en el centro y el apoliticismo, con 53% y 56%, respectivamente.
Bienestar y Cohesión Social
Si bien los datos muestran que a lo largo del periodo los tres perfiles de votantes muestran niveles de satisfacción con su vida relativamente similares -sobre todo a contar de 2019, en donde el 70% de cada perfil se declaraba satisfecho con su vida- en 2022 dicha cifra subió a casi el 80% entre los no votantes, a 78% entre los votantes habituales y a 76% entre los votantes reactivos.
Independientemente del tipo de votante, los niveles de confianza interpersonal son consistentemente bajos y descendentes, aunque los no votantes son los que manifiestan los menores niveles de confianza interpersonal: solo un 4% declara que se puede confiar en los otros, en contraste al 10% de los votantes habituales y del 6% de los votantes reactivos, siendo estos los únicos que experimentaron un incremento más o menos importante en sus niveles de confianza interpersonal entre el 2021 y el 2022 .
Estos bajos niveles de confianza se condicen con una menor aceptación de la diversidad, capturada según el promedio de confianza que se tiene hacia los homosexuales, mapuches e inmigrantes.