Crónica
Social
Salud
03/03/2023
"Efectos de la pandemia en el bienestar socioemocional de los niños y adolescentes en Chile y el mundo", así se titula un estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP) que aborda cómo el cierre de establecimientos educacionales durante la pandemia del coronavirus, junto a otras consecuencias, deterioró la salud mental de este grupo.
El texto elaborado por Sebastián Izquierdo, Macarena Granese y Alfredo Maira, plantea además que "este deterioro del bienestar mental ha tenido como correlato un empeoramiento en la convivencia en los establecimientos escolares y una mayor dificultad en el aprendizaje de sus estudiantes; elementos que han sido la tónica en su escenario posreapertura".
Consultado sobre el punto, Sebastián Izquierdo, coordinador académico del CEP y co-autor del estudio, comentó a Emol que "el cierre prolongado de las escuelas ha tenido un impacto importante tanto en el aprendizaje como en el bienestar físico y socioemocional de todos los estudiantes, porque justamente los niños y jóvenes son susceptibles a los cambios emocionales, sean cambios en la rutina, interacciones sociales, juegos, contacto con sus pares y, por supuesto, a un mayor tiempo en la pantalla. Eso se ha visto profundamente afectado producto del aislamiento que nos trajeron las cuarentenas".
No obstante, Izquierdo precisó que "el regreso presencial ya está mostrando efecto inmediato. Hemos visto múltiples cifras relacionados con problemas de convivencia y violencia escolar.
La evidencia tanto internacional como nacional también indican que están existiendo aumentos de depresión, ansiedad, trastornos psicológicos, como también estrés. Justamente todos estos aspectos también tienen un correlato con el desempeño escolar. Esto, en un contexto en el que, previo a la pandemia, ya teníamos en el sistema escolar un desafío relevante del bienestar socioemocional".
A nivel mundial, además explican que existen numerosos factores que pudieron contribuir al deterioro en la salud mental de este grupo etario, como "son el aislamiento social, el estrés parental debido al virus, la situación laboral, el aumento del abuso infantil y el trauma de perder a algún familiar son solo algunos de ellos".
"Sin duda, el cierre de escuelas fue también una de las causas determinantes del deterioro del bienestar socioemocional de niños y adolescentes alrededor del mundo. Esto por cuanto implicó modificar sus rutinas, llevándolos a pasar más tiempo frente a pantallas, alimentarse de forma menos saludable, realizar menos ejercicio físico y hacer un mayor uso de internet", sostienen en el estudio.
El caso chileno
Asimismo, se señala allí que pese a las medidas que se han ido adoptando para hacer frente a estos casos, "la política de salud mental en Chile requiere, además de una mirada a largo plazo, tener presente consideraciones que van desde el diseño de los programas implementados en los establecimientos hasta la superación de barreras a nivel nacional propias de un país en desarrollo".
Con ello, agregan que "la pandemia solo ha venido a agravar una realidad que ya estaba latente en nuestro país, existiendo amplia evidencia de que la prevalencia de trastornos psiquiátricos entre los jóvenes chilenos ya era alta antes de la pandemia".
Pese a ello, durante este periodo en que los niños y adolescentes no estuvieron en las aulas, descendieron las denuncias por maltrato, discriminación o de casos de connotación sexual, debido a la falta de interacciones en persona.
Sin embargo, tras la pandemia y el retorno han ido aumentando, en mayor o menor medida. Otro aspecto a relevar es la "inesperada" disminución del cyberbullying. Al respecto, los autores detallan que "si bien la disminución del bullying físico era una consecuencia previsible del cierre de las escuelas, la disminución de su versión digital -el cyberbullying- no lo era. Al contrario, era razonable pensar que el mayor uso de internet al que obligó la pandemia llevaría a aumentar tal práctica.
Sin embargo, ese no fue el caso". "Los estudios demuestran que la mayoría de los estudiantes que sufren cyberbullying son victimizados también en persona", acotan. Por otra parte, aseguran que "si bien las medidas implementadas en Chile suponen un avance necesario en la materia, es importante entenderlas como un primer paso en una problemática que requiere una mirada de largo plazo; sobre todo considerando que aún se está en una transición compleja e incierta desde la pandemia hacia la normalidad".
Finalmente, los autores afirman que "una de las principales lecciones que dejó la pandemia es que la salud mental es más frágil de lo que parece; también, que el rol del colegio en la formación de los escolares trasciende al aprendizaje en el aula.
La interacción entre alumnos, el desarrollo de habilidades sociales, y la relación que se forma entre familias, escuelas y profesores son una parte fundamental de su crecimiento".
"El presente texto ha señalado la importancia de adoptar una política de intervenciones que adopte un foco progresivo, que concilie tanto la necesidad de prevención en la población general como la necesidad de tratamiento de aquellos individuos que están sujetos a un mayor riesgo.
En este esfuerzo se debe considerar a toda la comunidad, incluyendo a padres y profesores, quienes deben tener un fácil acceso a servicios de seguridad social y salud mental, ya sea del mundo público, privado o de organizaciones civiles", concluyen.
Sobre esto, Izquierdo aseveró que "es necesario contar con un plan robusto que dé respuestas de política pública capaces de conciliar la prevención de toda la comunidad educativa, con tratamientos personalizados y de manera ágil a todos los estudiantes que lo requieran en esta materia, que es de suma relevancia".
Ante ello, opinó que "por el momento, lo que hemos visto por parte del Ministerio de Educación es insuficiente en relación a la magnitud del problema que nosotros estamos evidenciando en este estudio. Aunque, el año escolar se inicia y por lo tanto hay una esperanza de ponernos a la fila en relación a la magnitud del problema".