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27/09/2022
Un equipo de científicos llevó a cabo la primera Expedición Científica Antártica (ECA) invernal organizada por el Instituto Antártico Chileno (INACH), iniciativa que se extendió por cinco meses con el objetivo de estudiar las variables ambientales del sistema marino costero del territorio.
Durante su estadía en el continente blanco, los investigadores pudieron percatarse de algunas particularidades, entre ellas que la temporada invernal fue bastante anómala, con temperaturas atmosféricas relativamente cálidas y cercanas a los 0° Celsius.
"Mientras nos adentrábamos más y más al invierno, mi atención fue enfocada al congelamiento del mar, que ocurrió solo parcialmente en tiempo y espacio, a diferencia de inviernos anteriores", explicó Emilio Alarcón, biólogo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y del Centro de Investigación de Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), uno de los participantes de la expedición.
El investigador agregó que "ahora nos quedará tratar de estudiar la ausencia de este fenómeno en invierno y sus implicancias en la primavera-verano que se nos viene". Respecto al trabajo realizado, Alarcón señaló que por primera vez se pudo monitorear el mundo microscópico que se encuentra en el mar durante la temporada otoño-invierno.
"Eso será una buena línea base para evaluar cómo seguirán los inviernos en un lugar altamente sensible a los cambios atmosféricos y marinos", puntualizó.
Condiciones desafiantes
Emilio Alarcón estuvo cinco meses en la base antártica Profesor Julio Escudero, enfrentando un largo aislamiento y conviviendo con otros que no conocía de antes. "Como persona, sin duda tuve que poner a prueba mi temple para estar aislado en condiciones tan extremas.
Sin embargo, el hecho de estar en un lugar tan único, de difícil acceso y tan poco estudiado, fueron de los motivos para poder estar allí", aseguró. Además, obtener datos durante el invierno no fue una tarea simple.
Además de la falta de luz, con ventanas de solo cinco horas, los investigadores se vieron expuestos a las condiciones meteorológicas propias de la época.
"En diversas ocasiones no sabíamos si podríamos seguir con el muestreo. Sin embargo, como científico el ampliar mi conocimiento de lugares tan inhóspitos como la antártica, el aprendizaje de la flora y fauna de este lugar fue algo espectacular", afirmó.
A pesar de ello, no todo era trabajo, ya que quienes habitaron durante esa época el campamento antártico chileno, también se daban momentos de distracción, sumamente necesarios.
"Una de las anécdotas que recuerdo fue mi participación en una competencia de trineos, donde yo fui el piloto personificando a Meteoro, ¡y ganamos! Posterior a eso se celebró con unos chapuzones en la nieve, a lo que obviamente me sumé y fue muy entretenido", indicó Alarcón.