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23/05/2022
“A mi hija la asesinaron. Y después de que la mataron a ella, incendiaron la casa y estaban mis tres nietos adentro. Como ya no estaba su mamita viva, nadie los defendió, yo no estaba en ese momento y los niños se quemaron dentro de la casa. El más grande quedó vivo, pero a los seis días murió. Es tremendo, para mí ha sido muy difícil”.
Las palabras corresponden al testimonio de Alda Reyes (58), madre de Yini Sandoval (28), quien la madrugada del 29 de diciembre de 2016 fue asesinada junto a sus tres hijos por su expareja Claudio Tolosa Lanquinao (30), en Temuco. Él, como relata la mujer a La Tercera, estaba “completamente obsesionado con mi hija”. Habían terminado hacía casi tres años, era el padre del más pequeño de los niños, y ella por esos días estaba iniciando una relación con una nueva pareja.
A siete años de este trágico hecho, el caso de Yini Sandoval cobró fuerza en los últimos días, cuando se reactivó el proyecto de ley que sanciona la violencia vicaria, es decir, cuando hombres maltratan a mujeres a través de acciones que dañen a sus hijos. La iniciativa es una de las prioridades de la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana.
Alda Reyes recuerda que su hija le pidió varias veces a su ex que se alejara, pero esto nunca sucedió. Al contrario, “nunca la dejó tranquila, por las noches le iba a tirar piedras al techo de la casa para que ella saliera”. Días antes de la Navidad, dice, Claudio Tolosa comenzó a ponerse más violento: lanzó una piedra de mayor tamaño y rompió una de las ventanas del inmueble, ubicado en el barrio San Antonio de Temuco.
“La Yini no salió, porque le dio mucho miedo, y cuando llegué el fin de semana me contó lo que había pasado. Lo llamé, pero él me juró de guata que no había sido, pero no había otra persona que hiciera esas cosas. La Yini no quiso denunciarlo y días después acabó con la vida de mi hija”, sostuvo. Asimismo, la mujer lamentó que el victimario sólo haya recibido 30 años de cárcel, cuando ella lo que quería era presidio perpetuo.
Alda Reyes apunta a que en la época en que ocurrió el asesinato de su hija recién comenzaban a visibilizarse y reconocerse con mayor fuerza las diferentes dimensiones de la violencia de género. Por eso, cuando buscó ayuda en las autoridades dice que no recibió respuestas. Según manifiesta, tocó las puertas del Servicio Nacional de la Mujer, pero ahí le dijeron que su caso era muy difícil de probar. “Nadie me ayudó, por eso, aunque me cuesta mucho hablar de este tema, lo hago”, aseguró.
Con una ley que sancione la violencia vicaria, dicen desde el gobierno, acciones como las vividas por Yini Sandoval habrían sido sancionadas de mejor forma. La iniciativa fue ingresada durante el segundo mandato de la expresidenta Michelle Bachelet, en 2017, sobre la base del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. En esa línea, la actual ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, comprometió indicaciones para que la denominada violencia vicaria (VV) -la que se ejerce contra la mujer a través de los hijos- se incluya en el proyecto legislativo que está en su segunda etapa en la Comisión de Constitución del Senado.
“Lo que hay detrás de la violencia vicaria es considerar a los niños y niñas, al igual que a las mujeres, como cosas. Hay una deshumanización profunda y eso lleva a que los usen como medios para producir un daño”, sostuvo la secretaria de Estado. Agregó también que lo que se pretende al incluirlo en el mencionado cuerpo legal son dos cosas: “Primero ofrecerles apoyo y acoger a estos niños, niñas y adolescentes que están desprotegidos al ser considerados víctimas de segundo orden dentro de la violencia intrafamiliar, y en segundo lugar, también empezar a modificar a largo plazo esta trayectoria de violencia que suele iniciarse en la infancia”.
Cifras alarmantes
En un estudio elaborado por la Universidad de Concepción se define como violencia vicaria a “aquella que se ejerce sobre los hijos para dañar a la mujer. Es una violencia secundaria a la víctima principal, ya que si bien se quiere dañar a la mujer, el daño se hace a través de terceros, por interpósita persona. Al dañar a los hijos, y en su grado extremo, asesinarlos, el agresor se asegura de que la mujer jamás podrá recuperarse”.
Dado el daño que causa este tipo de conductas, el estudio analizó cómo este tipo de violencia se manifiesta, encuestando a un grupo de 239 mujeres de entre 25 y 57 años. De esa muestra, luego, se escogió a 10 entrevistadas a las que se les hicieron preguntas más detalladas. Todas habían enfrentado violencia de género, 136 (57%) la reportaron en las dimensiones económica y psicológica, y 54 mujeres, o sea el 22,5%, manifestaron padecer conjuntamente violencia psicológica, económica, física y sexual por parte del padre de sus hijos.
Respecto a la VV, o violencia ejercida por parte del progenitor hacia los hijos en común, el 98,7% dijo haber sido víctima directa, indirecta, ambas, o reportaron ser víctimas sin especificar el tipo. Igualmente, el sondeo advierte que solo un 1,3% de los hijos de mujeres víctimas de violencia de género fueron reportados como víctimas de este fenómeno.
Entre las consecuencias, el estudio destaca que un 79,2% reportó algún tipo de sintomatología. Las más frecuentes fueron: ansiedad, angustia, estado de alerta constante, temor, llanto, tristeza, irritabilidad, culpa por dejarlos ir con el agresor, dolor de estómago, vómitos, dolor de cabeza, caída del pelo, aumento o disminución significativa del peso, ideación suicida. Dentro de las patologías clínicas reportadas, las más frecuentes fueron Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), crisis de pánico y depresión. Cabe señalar que el 66% de las mujeres reportó haber solicitado ayuda profesional (psicólogo, psiquiatra).