Crónica
Salud
23/06/2025
Vivir en comunidad parece ser un acto de fe. Uno llega a una villa, condominio o edificio pensando que compartir ciertos espacios con otros no puede ser tan complicado. Al fin y al cabo, todos queremos lo mismo, seguridad, orden y tranquilidad. Pero la verdad es que cuesta convivir con otros, y no se trata solo de saludar a los vecinos.
Hay personas que al parecer les incomoda pagar gastos comunes, aunque eso signifique mantener funcionando portones eléctricos, luminarias, cámaras o áreas verdes. Algunos se molestan cuando hay que pagar más por un arreglo, como si las rejas se arreglaran con buenos deseos. Y ojo, no son personas que no pueden pagar, sino de quienes no quieren hacerlo, creen que vivir en comunidad es escribir vía WhatsApp.
Y ahí viene el dilema, mientras unos hacen malabares para coordinar cosas, asumir roles en la directiva, recibir quejas, buscar presupuestos, otros se dedican con entusiasmo a destruir desde su celular. Sin filtro, y sin siquiera preguntar antes de atacar. Lo más irónico es que muchos de esos opinólogos digitales ni siquiera pagan, pero si tienen tiempo para escribir párrafos con exigencias y reclamos, como si la directiva fueran empleados.
Evidentemente hay decisiones que no dejan contentos a todos. Pero una cosa es discrepar y otra es convertir el grupo WhatsApp en un campo de batalla donde cualquier medida se sospecha, cualquier intento se desacredita, y toda iniciativa se interpreta como abuso de poder. ¿Por qué la buena voluntad pasó a ser leída como interés oculto? A veces, da la sensación de que hay vecinos que prefieren que todo fracase con tal de tener razón.
Vivir en comunidad implica ceder y empatizar. Por eso las comunidades hoy están tensas y divididas. Falta recuperar esa antigua costumbre de conversar, asumir responsabilidades compartidas, y entender que la convivencia se construye. Porque si seguimos así, vamos a terminar todos encerrados tras nuestras puertas, estando cada vez más solos por elección, hasta el próximo terremoto.
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Autor: Máximo Martínez Campos