Cada 14 de febrero, aparecen los corazones rojos, chocolates y cenas románticas. El Día de San Valentín, es una fecha que muchos esperan con ansias, mientras que otros la miran con recelo, sintiendo que se ha convertido en un mero evento comercial. Pero, más allá del marketing, si nos detenemos a reflexionar, podríamos transformar esta fecha en un homenaje al amor en todas sus formas.

El origen de este día, dice que un sacerdote llamado Valentín desobedeció la orden del emperador Claudio II, quien había prohibido los matrimonios para los jóvenes soldados. Valentín, creyendo en el amor, casaba a las parejas en secreto. Al ser descubierto, fue ejecutado el 14 febrero, convirtiéndose en mártir. Con el tiempo, la Iglesia Católica lo canonizó y, la fecha comenzó a asociarse con el amor romántico. 

Esta celebración parece haber quedado atrapada en un concepto demasiado acotado, donde se nos ha vendido la idea de que San Valentín es solo para parejas, dejando fuera otras formas de amor, por la familia, los amigos, la familia, las mascotas e incluso por uno mismo. En otros países, se celebra el "Día de la Amistad", donde las personas expresan cariño a sus seres queridos sin necesidad de estar en una relación romántica. 

Porque no también hacemos un día con gestos de cariño a quienes han estado siempre a nuestro lado, enviando un mensaje sincero a un amigo, una visita a los abuelos, un regalo hecho a mano para alguien especial o incluso un acto de autocuidado podrían hacer de este día algo mucho más significativo. El amor no es exclusivo de las parejas; es un sentimiento universal que nos une y nos define como seres humanos.

En vez de dejarnos llevar por el marketing, podríamos rescatar su esencia más pura, la celebración del amor, porque al final del día, lo que realmente importa es el amor que compartimos con quienes nos rodean, por eso el mejor regalo que podemos dar, es el amor.

La anterior opinión y reflexión es personal, si te gustó, dale like y comparte en tus redes.  

Autor: Máximo Martínez Campos