A diario nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestra humanidad. Desde ver un adulto mayor luchando por recoger las naranjas que se le cayeron, hasta presenciar un asalto en plena vía pública.

Por lo tanto, ¿estamos dispuestos a ayudar o preferimos ser meros espectadores detrás de la pantalla de un celular? Actualmente la inmediatez de la tecnología nos ha dado el poder de registrar todo, pero ¿de qué sirve si solo nos limitamos a denunciar desde la comodidad de una publicación en redes sociales, mientras la realidad sigue su curso sin intervención alguna?

Nadie quiere exponerse a un peligro innecesario, y en tiempos donde la delincuencia parece desbordada, es comprensible que pensemos dos veces antes de actuar. Sin embargo, cuando vemos que otros toman la iniciativa, ahí nos sumamos con facilidad. La solidaridad no debería depender de si hay o no espectadores que validen nuestra acción. No se trata de ser héroes ni de ponernos en riesgo innecesario, sino de fomentar pequeñas acciones cotidianas que, sumadas, construyan una comunidad más fuerte. 

El problema es que nos resulta más fácil criticar, señalamos con el dedo a las autoridades, a la policía, o al gobierno de turno, pero nos olvidamos de que la sociedad se construye entre todos. No se trata de enfrentarse al peligro, pero sí de preguntarnos qué podemos hacer en nuestro entorno inmediato para evitar que la indiferencia nos gane la batalla. Si nadie toma acción, el espacio público se lo seguirán apropiando aquellos que imponen el miedo.

Es momento de preguntarnos, ¿queremos ser parte del problema o de la solución? La delincuencia no solo se combate con más vigilancia, sino con una comunidad empática y dispuesta a involucrarse de manera responsable. Recuperar la confianza en la colaboración mutua, en la solidaridad real, aquella que no necesita likes ni comentarios para sentirse válida.

La anterior opinión es personal, y si te hace sentido agradecería pudieras compartirla con tus contactos, seguir a la radio en sus RRSS y darle like.  

Autor: Máximo Martínez Campos